Somos parte del Movimiento B. Es negocio si cuida la casa común.

24/06/25

Un movimiento global con la vida en el centro

El Movimiento B une a personas y empresas en los cinco continentes que comparten una misma convicción: la economía puede ser una fuerza para el bien común si pone en el centro el bienestar de las personas y del planeta.
En América Latina y el Caribe, Sistema B acompaña a quienes eligen ese camino. Brinda herramientas para medir su impacto, fortalecer sus modelos de negocio y crecer desde un propósito claro.

Desde el comienzo

En zafrán sentimos que esa búsqueda también es nuestra. Desde los inicios  acompañamos al Movimiento B. Nacimos el mismo año, en 2012, y nos conocemos desde entonces.
Siempre compartimos la misma visión de la economía y de la gestión transparente orientada a la mejora.  Pero certificar como Empresa B nos llevó tiempo. ¡Primero teníamos que hacer sostenible nuestro modelo de negocios! Cuando nos consolidamos como empresa y empezamos a crecer, después de varios años de hacer la evaluación como ejercicio interno, presentamos el examen y obtuvimos la certificación en 2020.

Pensar, decir y hacer 

La certificación fue mucho más que un sello: fue una oportunidad para detenernos, mirarnos de cerca y seguir alineando lo que decimos, hacemos y creemos.

Ver el propósito escrito en nuestro estatuto fue un momento especial. Decir ahí, en un documento legal, que nuestra razón de ser es mejorar el mundo a través de una alimentación que nutra, que genere trabajo inclusivo y regenere la tierra… fue como tatuarlo en el alma. También fue muy gratificante cuando obtuvimos el premio “Best of The World 2021”, que destacó a Zafrán por estar entre el 5% de las Empresas B del mundo con mejores calificaciones en la categoría trabajadores y comunidad.

¿Cómo elegimos vivir y para qué?

Sistema B nos ayudó a poner en palabras cosas que ya hacíamos, a animarnos a hacer otras que veníamos postergando, a compartir con transparencia resultados, a encontrar oportunidades de mejora y alianzas.  Hubo impactos concretos: ajustar cómo medimos el impacto, sumar paneles solares, recolectar agua de lluvia, pedir ayuda a otra empresa B para mejorar la gestión de residuos…

Pero lo más valioso fue la reafirmación interna de que esto no es solo lo que hacemos, sino cómo elegimos vivir, interconectados con otras personas y con toda la red de la vida, detrás de un propósito de bien común.

Filosofía compartida

¿Tiene sentido seguir apostando a una economía que busca crecer sin parar, sin preguntarse a qué costo? Atender sólo el lucro individualista nos trajo a una epicrisis: social, ambiental, sanitaria, económica. ¿Podemos seguir mirando para otro lado mientras se superan los límites planetarios? ¿Es razonable que considerar el impacto socioambiental siga siendo la excepción de las empresas y no la regla?

Creemos que necesitamos un cambio profundo. Un cambio cultural, sí. Pero también una nueva legislación que deje de permitir que los costos los pague el ambiente, la salud y la vida de las personas. Y una expansión urgente de otra forma de hacer negocios, donde la economía cuide lo que compartimos: la vida en esta casa común.

 

Conocé más: Sistema B

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