“El desayuno” vs “La última cena”

Uno de las grandes dudas que existen al momento de alimentarnos, un buen desayuno o una buena cena.

Cena con amigos: picada, asado, empanadas, sushi o pizza, vino, cerveza, fernet con coca light para algunas y común para otros. No importa la elección, lo seguro es que respetarán el único mandamiento: comer hasta terminar todo. Incluso puede haber disputas por el último pedazo de pizza.

Mañana siguiente: remolque para levantarnos de la cama… Nuestra panza hinchada y pesada, sentimos una piedra en estómago que no le da lugar a la primera comida de la mañana.

Habitualmente, el desayuno es consumido a las apuradas, minimizado a infusiones que no aportan  valor nutritivo como el té, mate cocido, mate amargo o simplemente es omitido. La cena pesada del día anterior y el hecho de acostarse tarde, y dormir poco, se tornan un verdadero enemigo del mismo a la hora de despertarse.

Es un hecho conocido, destacarlo, como la comida más importante del día, pero…  ¿Cuál es el fundamento que  le da tanto valor?

Al despertarse han pasado muchas horas sin que el organismo reciba ningún alimento, aunque lo haya recibido todo junto en la cena, se encuentra en un ayuno prolongado. Es decir, necesita el combustible para hacer funcionar el motor del organismo.

El hábito de desayunar, garantiza un óptimo rendimiento intelectual (laboral) y un equilibro en el aporte de nutrientes a lo largo del día.

Este debe aportar un 20%  de la energía consumida por día y el 25% de los requerimientos diarios de proteínas, calcio, vitamina A y C.

Ciertos alimentos son aportados mayoritariamente en este momento, como es el caso de los lácteos. En general, si no son consumidos en el desayuno, no se aporta calcio al  organismo, siendo este importante para el mantenimiento de los huesos, dientes y contracción muscular.

Comúnmente se confunde el hecho de comer más comidas con engordar, sin considerar que a la hora de prevenir el sobrepeso y la obesidad, no es solo importante la cantidad y la calidad de la comida, sino también la forma en la que se distribuye. El desayuno es el primer freno para equilibrar el resto de las comidas que se consumirán en el día. De esta manera evitamos matarnos a la noche cuando nos juntemos de nuevo con amigos.

Comprendiendo su valor, se podrá seleccionar alimentos variados para incorporar al desayuno. Estos son unos ejemplos para agarrarle el gustito al desayuno:

1)    Un vaso de leche parcialmente descremada o de yogur batido con 2 tostadas light salvado (sin quemar) y queso untable por salut light (1 cucharada sopera al ras por cada tostada).

Con leche: 213 kcal
Con yogur: 184 kcal

2)    Un vaso de leche parcialmente descremada o de yogur bebible de frutilla  con un mix de zafran “Che Brigid”.

Con leche: 215 kcal
Con yogur: 184 kcal

3)    Un vaso de leche parcialmente descremada con 1 tostada de pan light de salvado  (sin quemar) con queso untable light (una cucharada sopera al ras) y 1 una naranja chica.

Total: 204 kcal

4)    Yogur descremado colchón de fruta  con una manzana chica .

Total: 218 kcal

5)    Una manzana chica, cortada en cubos con yogur descremado batido de vainilla y un mix de zafran “Van Gogh”.

Total: 188 kcal

El hecho de crear hábitos saludables es un desafío que apasiona, genera un equilibrio en el organismo que influye directamente sobre la salud y el sentirse bien. ¡Comenzar por el desayuno es la primera meta!

¡¡Gracias Julieta Herrero por estos consejos!!