Seguramente esta semana fuiste al supermercado o hiciste un pedido online desde casa. Y muy probablemente elegiste tu compra sin saber cuánta azúcar tenía. La mayoría ignora que más de la mitad de los comestibles de las góndolas tienen azúcar. Según un estudio de Foodwatch Holanda, el 56% de los productos del supermercado contiene azúcar añadida. La aplicación española para detectar ultraprocesados, ElCoCo, arroja datos similares (53%).
Es muy difícil notarlo porque gran parte de esa azúcar se esconde entre nombres raros y letras chicas, como jarabe de maíz, fructosa, sacarosa, sirope de agave, dextrosa, melaza, panela, jarabe de glucosa, concentrado de fruta, melaza, etc. Aunque no la veamos, el azúcar siempre está. ¿Cómo llegamos a esta sociedad azucarada?
Pre-historia del azúcar
Los primeros Homo Sapiens ya tenían papilas gustativas con preferencia por lo dulce. En un mundo inexplorado el grado de dulzor servía para saber si algo era comestible o no. Lo amargo indicaba la posible amenaza de toxinas o venenos. Lo dulce se asociaba a un alimento nutritivo y seguro. Instintivamente, o por rememorar la experiencia de la lactancia materna, evolucionamos asociando lo dulce con un abrazo cálido y protector. Entonces sólo existía la dulzura natural, la de frutas, verduras, miel, pasas…
El azúcar propiamente dicha aparecería 195.000 años después. Muchos sostienen que el uso de la caña de azúcar surgió en Nueva Guinea hace más de 5000 mil años. Cuentan que desde allí la transportaron mercaderes indios hasta el continente asiático.
Historia del azúcar
La primera noticia escrita de la caña de azúcar data del 324 aC. Nearco, parte de la expedición de Alejandro Magno en su paso por la India, comentó: “existe una clase de caña que produce miel sin la intervención de abejas”. Esta mirada inaugural hizo que en la antigua Grecia y la Roma Imperial la llamaran siempre “miel de la India”.
Pero no hay evidencia de azúcar elaborada hasta que un emperador romano de oriente, Flavio Heraclio Augusto, conquistó un palacio del rey de Persia en el 627. Entre el inventario del botín (entre bordados, telas de seda, pimienta y jengibre) aparece el azúcar refinada con la que solían comerciar los persas.
El azúcar fue un bien escaso y costoso durante casi toda su historia. En el siglo IX se vendía en Egipto en farmacias como una sustancia vigorizante y con virtudes curativas. En la Edad Media Europea era un lujo de nobles y se solía endulzar con miel. En el siglo XV un quintal de azúcar costaba el dinero suficiente para alimentar a una familia de clase media por 365 días.
La gran expansión comenzó con la introducción del cultivo de la caña de azúcar en el Nuevo Mundo, cuando los españoles llevaron las plantaciones de azúcar a Santo Domingo y luego al resto del Caribe. Dicen que el mismo Colón llevó los primeros ejemplares desde las Canarias a las Antillas y que la planta encontró allí, el terreno más adecuado para su desarrollo.
En ese tiempo todos los imperios querían asegurarse el abastecimiento de productos de primera necesidad e investigaban nuevas materias primas y métodos de obtención. Con ese impulso, año a año, mejoraron los procedimientos de extracción y procesamiento. En el siglo XVI el azúcar comenzó a ganarle la pulseada a la apicultura en Europa. En el siglo XVIII el azúcar ya era verdaderamente accesible. En el siglo XIX terminó de popularizarse, convirtiéndose en la industria más importante del continente.
Azúcar contemporánea
Recién a mediados del siglo XX el consumo excesivo de azúcar comenzó a perjudicar fuertemente la Salud Pública de la población. Después de la segunda guerra mundial, la industria alimenticia lanzó un bombardeo de productos artificiales con cantidades exorbitantes de azúcar. La accesibilidad, el bajo costo y esa inclinación de nuestro cerebro a pedir cada día más azúcar fueron una combinación letal.
Hay muchísima evidencia que indica que este consumo excesivo de ultraprocesados (con exceso de sal, grasas, azúcar y calorías) provocó un aumento significativo en los niveles de obesidad y de las enfermedades crónicas no transmisibles (cáncer, diabetes, enfermedades cerebro y cardiovasculares) que hoy constituyen la primera causa de muerte en el mundo.
El futuro del azúcar
No sabemos cómo seguirá la historia del azúcar. Depende de nosotros. Hoy el consumo masivo de bebidas y alimentos ultraprocesados está en aumento. Hoy en los supermercados más de la mitad de las cosas tienen azúcar. Hoy una parte de la población reacciona contra esta tendencia.
Hay pulseadas legislativas para sancionar leyes de etiquetado frontal y que cada producto lleve al frente información simple, clara y fácil de la cantidad de azúcar (entre otros ingredientes nocivos). También se están implementado kioscos saludables en escuelas y se avanza en una regulación de publicidad y comercialización tendiente a beneficiar productos saludables.
Entre estos esfuerzos, del lado de la concientización ciudadana, nació en 2019 la “Semana de la NO dulzura”, con el propósito de reducir el consumo de azúcar y mejorar la salud pública. Hoy se celebra sólo en Argentina. ¿Quién sabe? Quizás se expanda por América Latina y, de allí, salte al resto del mundo.
Fuentes: https://www.historiacocina.com/es/historia-del-azucar
Artículos relacionados: https://www.zafran.com.ar/nutricion/toda-el-azucar-en-la-misma-bolsa/
https://semanadelanodulzura.com.ar/2020/07/25/despues-de-un-excelente-previa-arrancamos/
1 Comentarios
Excelente nota, como siempre. Es muy interesante conocer la historia escondida detrás de lo que comemos a diario. Agrego unos datos más.
La producción de azúcar, tan rápidamente extendida en América, está ligada a una parte nefasta de la historia humana, por lo que fue llamada el Triángulo infame:
1. En Europa: los barcos cargaban productos manufacturados en Inglaterra.
2. En África comerciaban esos productos a cambio de hombres, mujeres y niños capturados y vendidos como esclavos.
3. En América se desembarcaba a los esclavos en las islas azucareras y se cargaban los productos coloniales: azúcar, ron y tabaco, para volver a Inglaterra.
Como consecuencia de este tráfico:
África quedó despoblada de población nativa.
América quedó con sus tierras tropicales agotadas por la deforestación y el monocultivo de caña en los latifundios.
Inglaterra acumuló capitales que más tarde permitieron su desarrollo industrial y el surgimiento del proletariado inglés, esforzados obreros fabriles y mineros para los cuales el azúcar para el té, junto con pan, podía ser muchas veces la única comida diaria.