Juego de coronas

26/03/20

Unas cositas invisibles cambiaron todo en 2 semanas. Dicen los científicos que al mirarlas a través del microscopio parecen llevar coronas. Por estas cositas de la vida, nuestras prioridades pasaron de ser “lanzar zafranito con la vuelta al cole” a “sumarnos al abastecimiento de alimentos en el país y contribuir a reforzar el sistema inmunológico de sus habitantes”. Seguramente vos también estás reorganizando tus rutinas. Todo el mundo, literalmente, está en la misma, tratando de comprender lo que nos está sucediendo.    

Nunca antes nos sentimos más interconectados,  interdependientes o intercontagiados, ni fue más cierto que “cuando China estornuda, el mundo se resfría”. Nunca antes debimos aislarnos para protegernos de un mal globalizado, encerrándonos fronteras y puertas adentro. Nunca antes hubo tantas personas en el planeta pensado, hablando y temiendo lo mismo. Ni siquiera durante las guerras mundiales, con países neutrales, territorios sin combates y noticias retrasadas.

Hoy todas las culturas quedaron trastocadas y hermanadas por la nueva amenaza. Nos frotamos las manos con alcohol en gel. Recolectamos con guantes y barbijos víveres en mercados raleados. Los memes sobre la cuarentena viralizan la risa en todo el globo. Hoy una palabra que ayer no existía, “COVID19”, condensa casi todas las angustias y ansiedades de la humanidad.

La enfermedad alcanza a 180 países que cuentan en vivo los contagiados y muertos. Estas cifras no sólo alimentan la paranoia sino también el temor racional de que el virus avance exponencialmente. Según  especialistas, como Fernando Polack, lo que tiene de especial este virus es una enorme capacidad de trasmisión de la infección relacionada con un período de incubación muy larga. Cada portador está en promedio 6 días sin síntomas (puede estar hasta 14 días asintomático) pudiendo infectar a otros. Hay estudios que indican que cada persona infectada con coronavirus contagia a otras 2,5 (el doble que la gripe). Esto significa que 2 portadores de coronavirus contagian a 5 personas más, y estas 5  a su vez contagian a 12,5 más, y así.

El crecimiento exponencial es un fenómeno difícil de entender. No hay mejor ejemplo que la leyenda del matemático que inventó el ajedrez y se lo regaló al rey. Cuentan que, con una mezcla de agradecimiento y soberbia, el rey desafío al matemático a pedirle cualquier cosa a cambio. Este le pidió 1 grano de arroz por la primera casilla del tablero, 2 por la segunda, 4 por la tercera, 8 por la cuarta y así hasta la casilla 64. El rey aceptó enseguida (menospreciando el pedido) y le dio a su visir la orden de prepararlo. Pero al hacer los cálculos notaron que era imposible cumplir la promesa. ¡La suma de los granos daba 18.446.744.073.709.551.616! Y esto traducido a kilos eran más toneladas que las que podía producir todo el imperio en muchísimos años. ¡Jaque mate!   

Hoy es 26 de marzo y aún estamos en los primeros casilleros de otro tablero compuesto de negras noches y blancos días. Simuladores de universidades prestigiosas proyectan que entre un 40 y un 70 por ciento de la población mundial se habrá infectado a fines de 2020. El plan que diseñó la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es detener este proceso, sino procurar que suceda más lento, inclinar el reloj de arena o aplanar la curva de contagios para que los sistemas de salud no colapsen. Por eso tiene sentido quedarnos en casa, porque si nos movemos el virus se moverá mucho más rápido.

Pero esta partida se juega entre la espada de lo político-sanitario y la pared de lo económico-social. Las consecuencias de la baja de actividad pueden ser especialmente duras en América Latina, que ya viene golpeada por varios años de aumento de la pobreza y el hambre. Por eso, debemos prepararnos para un desafío que requerirá toda nuestra inteligencia y toda nuestra generosidad.  

Como consuelo, existen efectos colaterales positivos: las emisiones bajan, el calentamiento global se ralentiza, los canales de Venecia se transparentan. Claro que unos días  sin movimientos no pueden solucionar el desastre climático que hicimos durante siglos. Sin embargo, se vislumbra en el horizonte un espacio luminoso para reinventar un nuevo orden mundial más ecológico. La suspensión de nuestras rutinas (con todos los automatismos que implican), el tiempo ocioso y la muerte respirándonos en la nuca conforman el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de nuevas ideas. Quizás todos los hitos históricos estén acompañados de un crecimiento de la consciencia.

¿Cómo estás viviendo vos la cuarentena? ¿Cómo están cambiando tus maneras de relacionarte con los otros y con la naturaleza? ¿Qué podés aprender de todo esto? ¿Cuáles son las cosas que más extrañás? ¿Qué es lo esencial, lo importantes y lo superficial? ¿Cómo querés ser cuando la amenaza haya pasado? ¿Con qué energía querés volver a salir de casa? No tenés que contestar ahora. Esto recién empieza. Unas cositas con corona lo empezaron hace un par de semanas.   

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