Finalizaba la década del sesenta cuando el tema ambiental dejó de ser marginal. Eran tiempos de “hippies” y movimientos contraculturales que se oponían a la explotación, al autoritarismo, al mercantilismo y la violencia en todas sus formas. Nacía un nuevo espíritu de época que venía a romper los cuadrados anteojos paternales, a emanciparse para ver el mundo desde perspectivas más elevadas. La idea de humanidad y de mundo comenzaban a verse más claras, ya sea a través de canciones como Imagine (el gran himno de Jhon Lennon) o de las primeras fotos de la Tierra sacadas desde la Luna.
La juventud empezaba a ser un valor en sí mismo, una energía vital que se rebelaba contra los valores tradicionales (los que nos habían llevado a las bombas atómicas y a los desbarajustes del sistema industrialista) para crear otra cosa. Los provocativos libros contraculturales, los alucinógenos, o los viajes del Magic Bus entre la vieja Europa y la maravillosa India buscaban lo mismo: un nuevo estado de consciencia. Con ese ánimo se rescataban tradiciones religiosas orientales o sabidurías precolombinas, desde indígenas norteamericanos o chamanes amazónicos, hasta jainistas, hinduistas o budistas.
En este río lleno de contracorrientes, en 1968, el profesor Morton Hilbert y el Servicio de Salud Pública de Estados Unidos organizaron una conferencia sobre los efectos del deterioro del medio ambiente en la salud, con mucha repercusión entre universitarios. Entonces Gaylord Nelson, un senador demócrata por Wisconsin, que luchaba para introducir «lo ambiental» en la agenda gubernamental del presidente John Kennedy desde 1962, supo que era el momento de fijar un día para tomar conciencia sobre la contaminación, la conservación de la biodiversidad y la necesidad de proteger el planeta.
Inspirado en las manifestaciones contra la guerra de Vietnam promovió la primera movilización en 1969. En 1970, con apoyo de Denis Ayer, activista y precursor del ecologismo moderno, logró que se celebrara el primer día mundial de la tierra un 22 de abril. «Fue algo frenético. Nos llegaban telegramas, cartas y consultas telefónicas desde todas partes del país», escribiría Nelson poco antes de morir a los 89 años. Más de 20 millones de personas respondieron a la convocatoria, estableciendo en sus comunidades, universidades y colegios, una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus problemas. Esta presión obligó al gobierno de Richard Nixon a crear la primera Agencia de Protección Medio Ambiental.
La última celebración
Hoy “lo ambiental” es un tema central de la agenda internacional y se celebra el Día Internacional de la Madre Tierra, por un decreto firmado en 2009 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se llama Día de la “Madre” Tierra por un pedido de Bolivia, como una forma de reivindicación de las culturas quechuas y aymaras y su íntima relación con la Pachamama.
Ya en el 2000, todas las burocracias internacionales, representantes de 189 países reunidos en la sede de New York de la ONU, adhirieron a un pacto (bastante “hippie”): fundar un nuevo mundo más pacífico, más próspero, más justo y armónico con el medio ambiente. ¿Será muy loco pensar que los coloridos Objetivos de Desarrollo Sustentable en su afán de armonía global tienen influencia “hippie”? ¿Será que la FAO ahora dice lo que decían “Los Beatles” después de su gira por la India? Como que hay que reducir el consumo de carne para bajar el nivel de emisiones y de incendios ligados con la necesidad de tierras para pastoreo.
Quizás. Pero ahora esa armonía no es un ideal sino una necesidad de supervivencia. Ahora esa armonía no es un sueño volado sino una interrelación de dimensiones monitoreadas por una serie de indicadores. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente sostiene que el coronavirus no cayó del cielo por casualidad, que una nueva enfermedad infecciosa emerge en los humanos cada 4 meses, que el 75% proviene de animales y que la única forma de detener esta tendencia es restaurando los ecosistemas dañados, trabajando juntos como humanidad sin fronteras.
El concepto de UNA SALUD, expresa que no se puede disociar la salud humana, animal y ambiental, que todas dependen de la armonía de nuestros ecosistemas. Hoy arranca El Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas,quizás la última chance de prevenir, detener e invertir la degradación de los ecosistemas en todos los continentes y en todos los océanos.
Por eso este Día Internacional de la Madre Tierra necesitamos revolucionar el sistema alimentario global, cambiar hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para la Tierra. Necesitamos algo del espíritu y el activismo que teníamos en los años 70, cuando surgió la primera celebración. Necesitamos más juventud, ideales e imaginación. Necesitamos bajar al lucro de su pedestal para elevar la consciencia social y ambiental.
¡Basta de explotación y de extractivismo! Basta de externalizar los costos de la contaminación. Es posible hacer un nuevo capitalismo (ya comenzó), una nueva economía, más consciente, de triple impacto, sostenible. Escuchemos las alertas, escuchemos nuestra respiración, escuchemos a las culturas precolombinas. ¡Escuchemos!. La Tierra no es nuestra sino que nosotros somos de la Tierra. Este día (como todos los días) es un giro en el misterioso baile de la Tierra alrededor del sol. Y Ella seguirá bailando, con nosotros o sin nosotros.
Más info: https://www.un.org/es/observances/earth-day
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